Musicalizar un comercial de autos es asumir que el sonido no acompaña: comunica.
- Beatamina Music Marketing
- 10 jun
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 24 jun

Por Rafa Rodríguez
El vehículo ya tiene una narrativa visual y de marca, pero el trabajo musical define ritmo, intención y contexto emocional.
No se trata solo de adornar, sino de construir un lenguaje sonoro que se alinee con el diseño, el target y el tono de comunicación.
Cadillac y el inicio de una ruta
Uno de los proyectos que marcó una etapa distinta en mi carrera fue la campaña de Cadillac en el año 2000. La marca planteaba una imagen adelantada a su tiempo, con una propuesta estética orientada al futuro. El reto fue traducir esa visión en sonido: una mezcla entre lo clásico y lo moderno, entre lo que representaba Cadillac en la historia del automóvil y lo que quería representar en la siguiente década. Fue un ejercicio de síntesis conceptual que reafirmó mi interés por este tipo de narrativas.
No todos los autos suenan igual
El auto, como producto, tiene múltiples capas: tecnología, estatus, estilo de vida.
Cada campaña resalta una de esas capas según su objetivo comercial. Musicalmente, eso implica entender no solo el guion, sino también lo que la marca quiere proyectar a mediano plazo. En ese sentido, cada musicalización parte de una pregunta: ¿cuál es la personalidad de este vehículo y cómo la vamos a codificar sonoramente?
Brief, dirección y decisiones
Un buen brief plantea la esencia de la experiencia: ¿es una pieza aspiracional, familiar, funcional? Desde ahí se define el tipo de energía que debe tener el track. El diálogo con el director también es esencial. En muchos casos, la música termina decidiendo no solo el tempo de edición, sino incluso el enfoque visual. La conversación desde etapas tempranas mejora el resultado.
Música, edición y diseño sonoro
Diseñar una pieza musical efectiva en este contexto exige considerar al sonido como parte integral del montaje. No solo se trata de componer, sino de entender cómo va a convivir con efectos, diálogos y silencios. En ciertos casos, elementos del propio auto (motor, puertas, vibraciones) se incorporan como instrumentos, creando una textura específica que refuerza la identidad de la campaña.
Cinematografía sonora
Muchas campañas actuales priorizan una estética visual cinematográfica. En esos casos, el lenguaje musical se adapta. No significa replicar fórmulas de soundtrack, sino trabajar con atmósferas que conecten con el tono aspiracional o emocional de la historia. La música tiene que sostener esa dirección, sin imponerse ni neutralizarla.
Identidad sonora y diferenciación
La saturación visual entre marcas ha generado una competencia distinta: cómo sonar diferente. Las marcas comienzan a buscar una identidad musical que no dependa de bibliotecas o templates. Ya no basta con que suene bien: debe sonar como "ellos". Algunos fabricantes incluso comisionan sonidos exclusivos —como el caso de BMW y Hans Zimmer— para reforzar esa identidad.
Nuevos consumidores, nuevas referencias
Las marcas están cambiando su narrativa para responder a audiencias más conscientes. Esto implica que la música también debe cambiar. Desde la selección de géneros hasta el tipo de instrumentación, todo comunica algo. La coherencia entre valores, estilo de vida y sonido es ahora parte central del proceso creativo.
Tiempo y timing
Lo ideal es entrar desde etapas tempranas. Si el track ya existe antes de filmar, incluso puede influir en las tomas. También permite sincronización más precisa y una integración más orgánica en el montaje. En plataformas de consumo rápido, como TikTok o Reels, es clave definir un leitmotiv o frase musical corta que mantenga identidad incluso en formatos de 6 segundos.

Rafa Rodríguez Compositor y productor musical
especializado en campañas publicitarias
para la industria automotriz.
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